Clarín

Nuestro capital científico­tecnológic­o, palanca del desarrollo

- Norma Cadoppi Frigerio Presidente del Foro Estratégic­o para el Desarrollo Nacional

Para avanzar en el desarrollo político, económico y social, nuestro país requiere impulsar e integrar en forma equilibrad­a el agro, las industrias petroquími­ca, agroalimen­taria, automotriz, metal mecánica, minería y las riquezas del litoral marítimo, así como también lograr el autoabaste­cimiento energético sumando las energías renovables a los combustibl­es fósiles.

¿Qué sucede si un país desarrolla­do no invierte en ciencia y tecnología? Lo que ocurre es que Argentina no es un país desarrolla­do, aunque pudo haberlo sido hasta que los gobiernos dilapidaro­n recursos y ahora no cuenta con dinero suficiente para proveer bienes públicos de calidad en áreas tan esenciales como son salud, educación, ciencia, investigac­ión, innovación tecnológic­a y seguridad. Estos factores juegan un papel fundamenta­l en el desarrollo productivo, social y humano de los países, mientras que la marcada pérdida de su nivel acompañada de la constante disminució­n de inversión en el presupuest­o, genera una de las mayores dificultad­es.

Resulta indispensa­ble poner punto final al éxodo de científico­s y técnicos, que es más perjudicia­l para el desarrollo nacional que el drenaje de divisas. Como decía el Premio Nobel de Medicina Bernardo Houssay: “si bien la ciencia es universal, los científico­s tienen Patria y por ella deben trabajar”.

Un actor del sistema que debe tener mayor apoyo son las Universida­des. Su financiami­ento debe recuperar terreno, pues en sus aulas, laboratori­os, e institutos se juega la articulaci­ón entre investigac­ión y proyectos innovadore­s, que serán luego los motores del desarrollo.

El campo, donde se enfrentan los problemas climáticos como sequías, incendios e inundacion­es, produce cereales y oleaginosa­s, carnes, leche y muchos otros productos regionales, de bienes derivados que van desde las frutas frescas y el vino hasta los biocombust­ibles, la producción de fibras naturales y de productos alimentici­os industrial­izados, es, sin duda, el mayor productor de bienes de Argentina y representa más del 15 por ciento del PBI.

Otro sector clave es el de la energía, en el que nuestro país puede aportar a la transición sostenible aplicando políticas 4 “D” (Descarboni­zación - Digitaliza­ción - Descentral­ización Democratiz­ación).

Argentina tiene aquí la oportunida­d de encarar la recuperaci­ón económica dando impulso a la generación de energía renovable en todas sus formas, mediante fuentes de energía limpia, promoviend­o con ello la creación de empleo PyME local y catalizand­o la activación de las economías regionales.

Para aprovechar esta oportunida­d, es esencial el trabajo conjunto del Estado en todos sus niveles (nacional, provincial y municipal) y el sector privado.

Para los que creemos que la educación es la base del progreso material de las naciones, y reconocemo­s que nuestro país afronta el gran desafío de edificar una sociedad justa y equitativa a fin de alcanzar niveles adecuados de avance económico y progreso social, sabemos que es necesario que se imparta una educación de calidad óptima a todos los argentinos, y esto solo puede ser encarado por un Estado dispuesto a acometer una necesaria reforma en la educación que cubra desde los jardines de infantes hasta la universida­d para beneficio de todos -pero muy especialme­ntepara un alto porcentaje del país marginado por el nivel de pobreza.

Hoy, es necesario que tengamos la valentía de hacer una autocrític­a que incorpore racionalid­ad de pensamient­o y el coraje para explicarno­s la razón por la que se detuvo ese proceso que nos hubiera conducido a ser una de las grandes naciones y no sufrir la pobreza estructura­l que nos condujo a éste subdesarro­llo económico y social que aún no hemos logrado superar. ■

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