Clarín

Murió Edgardo Borda, una leyenda en la historia de la televisión argentina

- slamazares@clarin.com Silvina Lamazares

De los 72 años que la TV argentina lleva resistiend­o, hubo un solo hombre que fue testigo y parte de ese fenómeno. Edgardo Borda, una suerte de biblia del medio, murió ayer a los 95 años. Entre algunos achaques físicos, tal vez fue la tristeza por no poder trabajar más en lo que él considerab­a su casa.

Edgardo era la televisión. Ahí estuvo desde el primer día. Fue director, productor, cadete, tapó agujeros e hizo de todo hasta el año pasado, cuando se jubiló en Magazine. Con 94 y contra su voluntad. Decisión familiar, era por su bien.

Sus restos serán velados hoy de 11.30 a 14.30 en Avenida Dorrego 626, y luego serán cremados en el Cementerio de la Chacarita.

Cuando en 2021 lo consultamo­s por los 70 años de la TV, aliviado por poder volver a ocupar su silla de director en La jaula de la moda (Magazine) tras la pandemia, decía: “Le debo mucho a la televisión. Es mi vida y no te exagero. Desde que volví a laburar soy otra persona. En la cuarentena caminaba por las paredes, me estaba volviendo loco”.

Pisó Canal 7 por primera vez pocos días después de su inauguraci­ón, el 17 de octubre de 1951. Entró como cadete; rápidament­e lo ascendiero­n a switcher (operador de cámaras, función que compartió con Alberto Olmedo) y así, a fuerza de talento y “mucha curiosidad”, fue avanzando en dirección y producción, tareas que desarrolló en cuatro canales de aire, a los que le sumó la señal Ciudad Magazine.

“Empecé como pasante y al año siguiente ya quedé efectivo. Fui testigo de los palotes de la tele. El grupo de gente que estaba ahí, con don Jaime Yankelevic­h a la cabeza, era número uno”, recordaba.

“En el ‘54 me pasaron a director e hice programas con la Campoy. Los Cibrián Campoy pisaban fuerte, pero la que manejaba la torta era Ana María. Nos juntábamos en el sótano de su casa a crear desde cero. La televisión se palpitaba, se valorizaba­n los planos, íbamos descubrien­do cada cosa y era una fiesta”.

Trabajó con grandes como Doña Petrona o Alberto Migré y más: la lista podría ser eterna. Fue parte de fenómenos como El amor tiene cara de mujer. Le fascinaba hablar de la TV y siempre contaba qué había hecho con su primer sueldo: “Puse todo para comprarle el primer televisor a mi mamá. Era un Admiral de 17 pulgadas. La casa era otra con eso ahí adentro. Ella estaba feliz. Fue una revolución”. ■

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Histórico. Tenía 95 años.

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