Frío entre Macri y Larreta, todos miran a la Corte y puja en una comisión clave
El ex presidente y el ex jefe porteño se cruzaron en la presentación del libro de Marcos Peña. Milei volvió a criticar a los jueces y se esperan novedades. Pelea en la comisión de Juicio Político.
El país, a prueba
El afán de los días pone a prueba capacidades y lealtades. Hay para todo: Javier Milei apuró su regreso de los Estados Unidos
para sentarse junto a los ministros en un gabinete de crisis. Lo necesita la Argentina, porque el ataque de Irán sobre Israel sucede pocas horas después de conocerse el fallo de la Casación sobre la causa AMIA.
En la larga sentencia de 711 páginas, uno de los magistrados, Carlos Mahiques (ex ministro de Justicia de María Eugenia Vidal), afirma que el ataque criminal a la mutual de la comunidad judeo-argentina fue una represalia de Irán contra la Argentina.
El magistrado da por cierto que se trató de la respuesta al gobierno de Carlos Menem por no haber cumplido con los acuerdos de intercambios tecnológicos comprometidos por la administración anterior de Raúl Alfonsín. La tradición neutralista de la Argentina, de ser cierta esa hipótesis que ha alcanzado tamaña ratificación judicial, queda comprometida de prepo.
Razonable que el Gobierno emplee todos sus talentos en elegir la mejor estrategia para un país pacífico, que está en la región más pacífica del mundo, y que ha sufrido esos embates por decisiones de los gobiernos que han querido jugar sin red en los conflictos globales.
Lo ilustra, también, el compromiso del gobierno de Cristina de Kirchner en la trama de los acuerdos para el juzgamiento de los acusados de cometer el abominable atentado, que la han llevado a ella a la Justicia y al país, a un escenario de zozobra.
Esto es más importante que la presunta
intención de Milei de ponerse al frente de un gabinete que en su ausencia estaba recibiendo directivas de la vicepresidente Victoria Villarruel y del sector bullrichista, en particular del jefe de Gabinete de Luis Petri, el coronel retirado Carlos Becker.
Macri y Larreta, codo a codo
Lejos de escenarios tan comprometedores como el de Medio Oriente, algunas colectividades revisitan sus alineamientos. El viernes, para despertar suspicacias, se sentaron juntos, aunque en silencio, Mauricio
Macri y Horacio Rodríguez Larreta durante un buen rato. Estuvieron en la primera fila de la presentación de libro de autoayuda de Marcos Peña, “El arte de subir (y bajar) la montaña: Cosas que aprendí sobre la dimensión humana del liderazgo”.
Macri llegó a punto de comenzar el acto, Larreta cuando ya había comenzado. Los dos
se dijeron apenas un “Hola” y escucharon el diálogo de Marcos con el presentador. Se retiraron pronto para no quedase al brindis que ofreció el editor del libro, el empresario Hugo Sigman (siglo XXI). La asistencia era muy PRO, exfuncionarios, familia y amigos, que escucharon los argumentos del autor.
Rara la pasión de hombres como Peña o Macri de enseñar sobre liderazgo, cuando ellos mismos no son líderes. Son jefes de formaciones, pero no líderes que contengan a su contradicción. De ahí que miren la política, que acariciaron desde el vértice, desde la comodidad de sus domicilios.
La Corte, agredida, mueve papeles
El baño de arbitrariedad mileísta sobre la comisión de Juicio Político de Diputados
pone luz a una cuestión, que está en el centro de los intereses del Gobierno: la actitud de la Corte frente a sus decisiones más polémicas.
La algarada que dividió al bloque, en el momento en que debía estar más unido que nunca, puede haber sido una torpeza de sus jefes. Pero actuó la mano invisible de la política, que estalló pocas horas después de una queja insólita del presidente.
“Al menos tres jueces de la Corte han tomado una posición bastante poco amigable con el
DNU”, dijo Milei el mismo sábado 6 de abril cuando se comunicó con Oscar Zago por la cuestión de la comisión. Fue en la conferencia AynRandCon 2024, ante un grupo de creyentes en el Objetivismo de la filósofa Ayn Rand (19051982), un emblema de la derecha de anteayer, que cree ver en Milei la luz al final del túnel del tiempo por donde la libertad retrocede.
No fue un cruce que dejase pasar la Corte. Horacio Rosatti aprovechó la tribuna del Rotary Club para responderle con la máxima del tribunal: no vamos a solucionar lo que la política no soluciona. “Apostamos a que estas cuestiones se resuelvan en ámbitos parlamentarios. Hay que darle tiempo a la política, pero intervendremos en un plazo razonable”.
Ese plazo está cerca en horas. Los que ven bajo el agua esperan que este martes, en el acuerdo del tribunal, algo se diga acerca de los tiempos y las formas de los expedientes que se acumulan sobre medidas del gobierno -DNU, per saltum, etcétera-.
Tres guiños al PJ: Corte, Lijo, AGN
Los tumultos menemistas -no cabe describirlos de otra manera- en torno a la comisión puso la atención de la platea en donde al Gobierno menos le conviene. Esa comisión existe para que nunca se abra, a menos que haya un incendio intencional. Por ejemplo, el juicio político que intentó el anterior gobierno contra miembros de la Suprema Corte.
Cuando asumió el nuevo gobierno, todos esperaban que la primera medida fuera sepultar el juicio a la Corte, el proyecto más importante de la presidencia de los Fernández. Nadie olvida que en enero de 2023 el propio
Alberto Fernández se sacó fotos junto al presidente del Bloque de Diputados del Frente de Todos, Germán Martínez, y a la diputada nacional Carolina Gaillard, que era presiden
ta de la comisión de Juicio Político, para hacerles entrega del pedido de Juicio a la Corte, que respaldaba un grupo de gobernadores peronistas.
El gobierno de Milei parece tomar la posta de esas inquinas cristinistas, y prolonga el enfrentamiento con el tribunal o al menos con tres de sus integrantes. Si son ciertas las hablillas sobre Ricardo Lorenzetti como
influencer judicial sobre Olivos, dejar abierto el juicio a la Corte es parte de un conjunto de señales amigables del oficialismo hacia el peronismo. Las otras son la nominación
de Ariel Lijo para integrar el tribunal y el jugueteo con las tres sillas vacantes en la AGN. Una crisis inoportuna
Un tumulto menemista, según el formato histórico, es un choque estridente, divertido hasta se diría, pero que puede dejar esquirlas en asuntos graves. Hoy suma el revoleo de WhatsApp y la hermenéutica de los emojis. ¿Un thumbs up de Milei era para decirle sí a Pagano? Evidentemente no. Ahora sabemos que era un acuse de recibo, pero sin contenido político.
¿Para qué pone en evidencia disidencias justo allí, un Gobierno al que solo le interesa la agenda macroeconómica? ¿Es que quiere poner en evidencia la debilidad de un presidente en extrema minoría en las dos cámaras?
Sería un disparate, porque esa debilidad no le permite ni siquiera vetar leyes, ya que la oposición puede juntar 2/3 de los votos e insistir en la mayoría de los temas. Y con esos 2/3 también puede iniciarle juicio político.
Mejor que les ponga burletes de cemento a las puertas de esa comisión. El cristinismo habla de juicio político
Nadie piensa que en la Argentina alguien pueda tener en la cabeza un juicio político al presidente. Pero la algarada sobre la designación del guardabosques del presidente -es el rol de quien preside Juicio Políticoocurrió pocos días después de que un grupo de abogados identificados con el cristinismo, reunidos en una peña del barrio de San Telmo, explicara que según ellos sobran razones para enjuiciar a Javier Milei.
Más allá de los argumentos, importa la forma y la oportunidad de ese eventual pedido. Apenas han pasado cuatro meses de gestión y quienes piden el juicio se referencian en los bloques de la oposición peronista, que son primera minoría en Diputados (99 más la izquierda) y casi la mitad del Senado (33 en lo formal, pero extensibles a 48 para proyectos odiosos al oficialismo, por ejemplo, tumbar
el DNU/70 o juguetear con coparticipar leyes como las del cheque o el impuesto país). Tres cargos clave para un presidente
Uno de los protagonistas más comprometidos con la crisis en el bloque oficialista de La Libertad Avanza ironizó sobre la vuelta del
menemismo: noviazgos de estado que se rompen en público, escenarios de revista y tropiezos del tipo tres chiflados, cuando fuerzan la entrada por la misma puerta. Todo para trivialidades que, vistas en perspectiva, abren puertas que deberían estar cerradas.
Hay tres cargos que un presidente debe asegurarse. Uno es la SIDE, hoy AFI, la inteligencia de Estado. Otro es el juzgado federal
de San Isidro. Este magistrado tiene jurisdicción en todas las causas que competen a la residencia de Olivos. Es cabecera de las querellas que inició, por ejemplo, la SIDE para perseguir a periodistas, como ocurrió durante el período Kirchner. Quien ocupe esa silla, desde Alberto Piotti a Sandra Arroyo Salgado, tiene un blindaje de poder superior a otras magistraturas judiciales.
El tercer cargo es Juicio Político. Quien está ahí vigila las puertas del infierno, para que jamás se abran. Debe ejercerlo alguien de extrema confianza personal del presidente. Cuando Oscar Zago le consultó en la noche del sábado 6 de abril a Milei sobre la oportunidad de designar a Marcela Pagano en la comisión, le dijo: “Quedo como vocal de la comisión, y si pasa algo, me inmolo yo”.
El cancerbero de Juicio Político es como un granadero de la custodia presidencial, debe estar dispuesto a arriesgar la vida para cuidar al jefe. Allí estuvieron César Arias para cuidarlo a Carlos Menem, Anabel Fernández Sagasti para cuidarla a Cristina de Kirchner, y Álvaro González para cuidarlo a Mauricio Macri. A los tres les llovían los pedidos de juicio político, pero los candados estaban cerrados, con poxipol en el ojo de la cerradura, por si las moscas. ■