Europa se llena de droga: un negocio de 30.000 millones de euros al año
Un gramo de cocaína costaba hace 15 años en Bruselas unos 50 euros. Hoy se encuentra por 20. Creció la demanda y la llegada de cargamentos de América latina.
Un gramo de cocaína costaba hace 15 años en las calles de Bruselas unos 50 euros. Hoy se encuentra por 20 euros. En esas mismas calles hace 15 años era impensable que hubiera disparos y ahora es rara la semana en la que no se produce un tiroteo nocturno relacionado con tráfico de drogas.
El precio se hundió porque a pesar de que la demanda no varió la oferta aumentó en los últimos años hasta empezar a tener consecuencias tales que se puede hablar de que Europa es el nuevo narcocontinente. Un informe de varias agencias europeas puso cifras muy llamativas al crecimiento del narco y sus negocios en el viejo continente.
El texto habla de un negocio de “30.000 millones de euros al año”, de “niveles sin precedente de violencia” y de la aparición en territorio europeo de cámaras de tortura controladas por grupos de narcotraficantes, de menores de edad armados con fusiles de asalto y de una cantidad de importación de cocaína de tal calibre que hizo caer los precios de la coca para el consumidor final a menos de la mitad de lo habitual hace 15 años.
El texto, del Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicciones a la Droga y de Europol (la Interpol europea), presentado la semana pasada, calcula que nunca entró tanta cocaína en el mercado europeo como en 2022. Las previsiones dicen que en 2023 seguirá aumentando. Alexis Goosdeel, patrón del EMCDDA, dijo que el nivel de violencia relacionado con el tráfico de cocaína y cannabis en Europa es tal que ya puede compararse con el de América Central. Una declaración similar a la de la directora ejecutiva de Europol, la belga Catherine De Bolle, que dijo que Europa está viendo “cosas que veíamos en América Latina”.
De Bolle contó cómo los cuerpos policiales empiezan a encontrar, por ejemplo, salas de tortura controladas por grupos de narcotraficantes. En algunos casos en contenedores en puertos, lo que da una idea de lo profundamente instaladas que están estas redes. Y puso más ejemplos del crecimiento del fenómeno: adolescentes disparando fusiles de asalto en las calles de la ciudad francesa de Marsella o descargando cargamentos de cannabis en el sur de España o vaciando contenedores llenos de cocaína en puertos del norte del continente, como el holandés de Rotterdam. De Bolle dijo que esto hace que “familias enteras estén viviendo de los ingresos que consiguen los jóvenes trabajando para grupos criminales”.
El peligro asecha también a la clase política. Ministros, como el belga de Justicia viviendo en un lugar secreto y bajo protección policial o princesas herederas, como la holandesa Amalia (hija de Máxima Zorreguieta), amenazada por el narco. Europa sabe que el problema está en origen (el puerto ecuatoriano de Guayaquil se está convirtiendo en los últimos años en la principal salida de droga hacia Europa), pero cada vez más en destino. Es imposible controlar las decenas de miles de contenedores que se descargan cada día en puertos europeos y por ahí pasa cada vez más droga. ¿Qué hacer? La clase política no parece tener más ideas que las mismas que siempre fracasaron: sentencias de cárcel más duras para los narcos o legalización de la droga para secarles el negocio. La ministra de Interior belga, Annelies Verlinden, viajó en febrero a Bolivia y este mes a Ecuador, buscando compromisos para “hacer frente a todos los aspectos del problema global de la droga”, pero nadie espera que la droga deje de salir de América Latina.
Sobre todo, porque la demanda europea es alta. Entre las urbes con más demanda de cocaína a nivel mundial están Bruselas, Ámsterdam, Lisboa y Tarragona.
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