Clarín

A 48 horas del crimen de Uma, su familia reclama justicia

Una tía y otro pariente de la víctima hablaron con Clarín sobre la “pesadilla” que atraviesan. Mientras tanto, la Policía sigue buscando a los tres prófugos.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

A 48 horas del crimen de Uma Aguilera (9), todo es hermetismo en Pío Baroja al 600, Villa Centenerio, Lomas de Zamora, donde viven el custodio de Patricia Bullrich, Eduardo Aguilera (42), y su esposa, también policía federal, María Eugenia Rodríguez Álvarez (41).

Debido al cordón policial y a los patrullero­s que vallaron el área es imposible acercarse a la puerta de la casa familiar. La custodia está desde la tarde del lunes y tiene la

orden estricta de evitar molestias a la familia. Los vecinos, de a poco, se animan a salir a la puerta. Casi no hablan y predomina la bronca e irritación contra la delincuenc­ia y las autoridade­s que deben cuidar la zona. Por el caso, hasta la noche del martes había un solo detenido y tres prófugos, de los que fueron identifica­dos dos y del tercero solo se sabe su apodo: “Barrita”.

En medio del silencio familiar,

Clarín pudo hablar con Mayi, tía de Uma y hermana de Aguilera. “Mi hermano está destrozado, no sabe cómo seguir adelante, se aferra a sus hijas (Iara, de 12 años, y Emma, de 1). Le arrancaron a su compañerit­a, la que siempre estaba con él”.

Es la primera vez que un familiar se expresa con un medio de prensa. “Quiero agradecer de parte de mi hermano Eduardo, mi cuñada Eugenia y toda la familia, el apoyo y el respeto con el que (la prensa) se está manejando desde un primer momento. Ahora que ya despedimos a Umita, sólo pedimos Justicia y que mi flaquita, mi bebita de la tía, pueda descansar en paz”.

“Necesita paz mi beba porque la peleó hasta el final. Se quería quedar a toda costa, una guerrera con todas las letras”, dice. En el asalto, Uma se tapó la cara y un balazo hirió una de sus manos. Era una nena muy feliz, que disfrutaba, jugaba, practicaba deportes y se destacaba, estudiaba y era muy talentosa en todo lo que hacía, porque todo lo hacía con pasión. Era muy dedicada, cariñosa y mimosa, siempre con su sonrisa”, expresa Mayi.

Angustiada y deseosa de que “todo esto sea una pesadilla insoportab­le”, Mayi cuenta que “a Uma últimament­e le encantaba hacer videos de TikTok con sus amigas. Tenía un grupo tranqui y era muy querida por sus compañeras. Era una gran hija y le encantaba jugar con Emma, su hermanita de un año, a la que cuidaba y mimaba”. Se quiebra Mayi y pide no hablar más.

Otro familiar de la familia Aguilera acepta hablar con este medio con la condición de no revelar su nombre. “Lo primero que queremos es justicia, esa nena tendría que estar jugando, no enterrada. Como dice la tía, era una guerrera porque hacía de todo con una entrega y una dedicación llamativas. Se destacaba en los deportes, tenía medallas en handball y era campeona en artes marciales, estudiaba inglés, hacía un taller de artesanías y estaba enganchadí­sima haciendo videos de TikTok. Con Iara, la hermana mayor, la pasaban súper, se grababan interpreta­ndo canciones de moda. Uma cantaba y Iara se dedicaba más a lo musical, porque toca varios instrument­os. Era una nena que disfrutaba”.

Muy apegada a Uma, esta mujer cuenta que “amaba hablar con Uma porque ella era una charlatana deliciosa. Hablaba hasta por los codos, describía detalladam­ente con mucha gracia y expresivid­ad y a la vez tenía una forma de ser tan de señorita educada y hasta, a veces, adulta, teniendo 9 años. Tenía unas ganas de vivir inmensas y se esforzó hasta el último segundo de su vida. Tenía un vínculo muy especial con el papá, que la filmaba haciendo los videítos y los subía a las redes. Trataba de esperar al padre despierta y, cuando estaba en casa, hacían planes todo el tiempo. Era muy compañera del papá porque siempre fue más permisivo y flexible. La mamá (Eugenia) era más de ponerle límites”.

Anteayer, esta persona habló con Eduardo. “Estoy en contacto permanente con Edu y con Euge, pero él me dijo que no se halla, que está destruido y me confesó que no da más, que no sabe qué hacer con su vida, cómo seguir adelante”.

El martes, en el velatorio, “en un momento, Eduardo se aisló. Fue al patio y se descompuso, no podía más con su ser, se cayó, lloraba del dolor. Lo pude agarrar, abrazar fuerte, a pesar de que éramos muchas manos que intentaban mantenerlo en pie. Él conoce bien su trabajo, vivió muchas cosas pero nada tan cercano. Cuando la cosa es tan en el riñón de la familia te rompe en mil pedazos”.

Los vecinos dicen que ven más patrullaje­s, aunque “sólo en las calles principale­s”.

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MARCELO CARROLL Dolor. Vecinos y familiares de la hija del custodio de Patricia Bullrich, durante el velatorio.

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