Clarín

Milei eligió confrontar con la CGT por la jornada de paro

Permaneció en la Quinta de Olivos e instruyó al Gabinete para cruzar a los dirigentes gremiales. El drástico cambio en el vínculo con los sindicatos.

- Ignacio Ortelli iortelli@clarin.com

Dicen en Casa Rosada que Javier Milei empezó la jornada de ayer del paro de la CGT "con mucha tranquilid­ad". El Presidente decidió seguir su agenda desde la Quinta de Olivos, tal como suele hacer cuando no reúne a su Gabinete, pero encabezó la estrategia que trazó el Gobierno para confrontar con los gremios: la idea fue diferencia­r a las cúpulas sindicales de “la mayoría de los argentinos” que, entienden en el Ejecutivo, “quiere trabajar y tener una jornada normal y en paz”.

Si bien en el Gobierno lamentaron las pérdidas económicas que implicará el paro (serían unos 1.500 millones de dólares), advierten que servirá para dejar en claro “quienes se oponen a quitarle privilegio­s a la casta” y a “mantener esta Argentina de la decadencia”.

Según fuentes oficiales, el Presidente considera que la huelga acentuará la mala imagen que tienen los gremialist­as en la sociedad. “El paro será de utilidad para los ciudadanos que puedan identifica­r con claridad quiénes están a favor de una Argentina moderna y pujante y los que quieren mantener el status quo", le dijo a un colaborado­r, pudo saber Clarín.

Activo en redes sociales, Milei se encargó de respostear en Twitter cuestionam­ientos contra los sindicalis­tas. Y en instagram compartió una imagen publicada por el historieti­sta Nik, que incluye un dibujo de trabajador­es argentinos izando la bandera argentina, representa­ndo "la nueva Argentina del trabajo y el esfuerzo" y con una leyenda en clave para sectores opositores: "Hay un cambio de paradigma que ya no se puede parar".

Desde Olivos, Milei delineó la hoja de ruta con su mesa chica: durante la mañana, se reunió con su hermana Karina, secretaria general de Presidenci­a, y mantuvo contactos el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, su asesor estrella Santiago Caputo y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien tiene bajo

su órbita el área de Trabajo.

También con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. La dirigente del PRO fue una de las voces autorizada­s para liderar la batalla mediática con los gremios: "A nosotros no nos acorrala nadie, menos una marcha de 40 mil personas, cuando hay 8 millones de personas que quieren trabajar. Los que van a ir a la marcha son el 0,5 por ciento. No existe..."

Entre "los que resisten el cambio

que decidió la sociedad democrátic­amente", Bullrich agrupó a "sindicalis­tas mafiosos, gerentes de la pobreza, jueces cómplices y políticos corruptos". Y apuntó a la inacción que mostró la CGT durante el gobierno de Alberto Fernández, al que no desafiaron con medidas de fuerza pese a la alta inflación: "Repiten la historia permanente­mente para intentar que los gobiernos se debiliten. Pero con nosotros no lo van a lograr".

La cruzada la siguió la canciller Diana Mondino, en similares términos: "El paro no tiene justificac­ión. Convocado por la oligarquía de millonario­s con autos blindados y chofer, falsos representa­ntes de los trabajador­es, ratifica que estamos en el camino correcto. Las cosas se consiguen con esfuerzo, no llorando y pataleando. No les tenemos miedo".

Y hasta el ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, se despachó al aludir a la presencia del gobernador bonaerense, Axel Kicillof. "Por si había alguna duda, además se suma @Kicillofok. Nunca tan claro para la sociedad que estamos frente a un paro político por tocarles privilegio­s".

El anuncio del paro de la CGT generó un viraje en el vínculo que buscaba el Gobierno con los gremios. De hecho, como contó Clarín, durante las primeras semanas en Balcarce 50 se contrastab­a la actitud "constructi­va" de los sindicalis­tas con la de los piqueteros. E incluso al propio Milei se le atribuía una frase conciliado­ra con la cúpula de la central obrera, de la que considerab­a que "no" era "parte de los problemas de la Argentina": "Ellos sí la ven", repetía.

Por entonces, el ministro del Interior, Guillermo Francos, y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, lideraban el diálogo con la cúpula cegetista que parecía podía llegar a buen puerto: hasta hubo un acercamien­to con el camionero Hugo Moyano. Pero entre la reforma laboral impulsada en el DNU y la ley ómnibus, la CGT se decidió a apurar la convocator­ia a un paro que en el Gobierno decían que había prometido no hacer "hasta marzo" y terminó de romper las relaciones.

El vocero presidenci­al Manuel Adorni aseguró ayer que “encontrar hoy una vía de diálogo con gente, que no deja de ser un sector minoritari­o e intenta complicarl­e la vida al resto de los argentinos, es difícil”.w

En el Gobierno creen que el paro servirá para dividir aguas

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Protesta. El despliegue del aparato sindical. Para el Gobierno, la marcha puede dividir aguas.

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