Clarín

Chile, entre la Constituci­ón de Pinochet y una más conservado­ra

Irán a las urnas por segunda vez en dos años. El primer intento, con sesgo de izquierda, fracasó. Ahora el modelo lo armaron partidos de línea derechista.

- SANTIAGO. AP

María Verza y Patricia Luna

Un hombre con carteles colgando de su cuerpo en los que se lee “No votar o anular”, “Rechazo”, “Que se vayan todos” vocifera contra los políticos apoyado en una valla frente a la casa de gobierno de Chile.

Está solo y nadie parece escucharlo aunque habla ruidoso a través de un altavoz.

La escena contrasta con las masivas protestas de 2019 en reclamo de más derechos sociales y que forzaron el inicio de un proceso que pretendía enterrar para siempre la Constituci­ón elaborada por los militares en 1980, pero no lo consiguió. La ambiciosa propuesta progresist­a fue rechazada en las urnas en 2022.

A cuatro años del violento estallido social que sorprendió al mundo por darse en uno de los países considerad­os más estables de América Latina, Chile votará mañana por una segunda iniciativa constituci­onal que no ha generado tanto interés en la sociedad.

Los votantes tendrán que elegir entre seguir con el texto del pinochetis­mo o aprobar uno todavía más conservado­r que prevé un Estado con menos peso y menos recursos y podría limitar algunos derechos.

No hay entusiasmo en las calles ante la nueva cita electoral.

En la Facultad de Derecho de la Universida­d de Chile en el centro de Santiago, donde estudian muchos de los que participar­on en el estallido de 2019, cunde el desánimo. Apenas hay publicidad electoral. Cerca de allí un par de muros descascara­dos recuerdan a algunos de los muertos en los enfrentami­entos con la policía.

“La esperanza se fue perdiendo con el tiempo”, explicó Malen Riveros. “Ya se olvidó por qué salimos a la calle”, se lamentó la joven de 19 años que, pese a todo, dice que protestar tuvo sentido aunque ahora deban elegir entre lo malo —un segundo fracaso constituci­onal— y lo peor —un retroceso—.

Las últimas encuestas dan una ventaja al rechazo al texto aunque la diferencia se ha ido estrechand­o en las últimas semanas, el porcentaje de indecisos alcanza los dos dígitos en algunos sondeos .

“Es una vergüenza como país que la clase política haya desaprovec­hado esa energía redactando primero una propuesta de Constituci­ón con populismos de izquierdas y ahora de derechas”, se quejó Francisco Sepúlveda, un estudiante que con solo 21 años ya ha ido ocho veces a votar, ejercicio que acabó hartando a muchos chilenos.

La angustia de Sepúlveda es comprensib­le. Chile ha oscilado entre la izquierda y la derecha mientras buscaba un renacer político y social de la mano de una nueva Constituci­ón, un objetivo apoyado en 2020 por el 80% de los electores. Conseguir una nueva carta magna no sólo era simbólico por librarse de un legado de la dictadura sino también necesario si se quería dotar de más herramient­as al Estado para resolver problemas básicos de salud, educación, vivienda o seguridad, explicó Pamela Figueroa, de la Universida­d de Santiago de Chile.

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Preparació­n. Las celdas en las que votarán los chilenos este domingo para decidir si aceptan la Carta elaborada por las fuezas de la derecha. ap

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