El estrés crónico y las defensas: claves para evitar enfermarse
Frenar, evaluar, encarar aquello en lo que se puede influir y recargar energías son algunos consejos de especialistas para evitar efectos en la salud.
Llega fin de año, y como suele ocurrir con los cierres de ciclo, esta etapa representa por lo general una demanda excesiva. Compromisos varios, encuentros, balances, exámenes, pendientes. Los motivos pueden variar pero el escenario suele ser similar: requerimientos de difícil cumplimiento que se traducen en estrés.
Ahora bien, ¿de qué manera puede afectar la inmunidad? ¿Cómo manejarlo? Son algunos de los ejes de la charla que Safía Debar, licenciada en Medicina y Cirugía experta en el manejo del estrés de Mayo Clinic Healthcare en Londres,
mantuvo con periodistas.
Debar, que se especializa en neurociencias, neuroplasticidad y manejo del estrés, aclara que su enfoque es integrador, ya que concibe al organismo como un conjunto de diferentes sistemas. Su objetivo: optimizar la salud hormonal, intestinal, mental, para reducir el burnout y el efecto del estrés en el organismo.
La médica explica que el cuerpo responde al estrés mediante “una cascada de reacciones”. “En condiciones de estrés normal, una persona comienza en un valor de referencia de relajación, se encuentra con un factor estresante, comienza la respuesta al estrés, alcanza un máximo y después vuelve a bajar al valor de referencia”, explica.
Los cambios físicos que pueden ocurrir al percibir una amenaza son variados. Se activa el sistema nervioso simpático y la producción de la hormona principal del estrés, el cortisol. Los pensamientos se vuelven negativos cuando pasa algo malo o lo anticipa. El corazón, los pulmones y los músculos se preparan para que luche o corra. Aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria a medida que el cuerpo necesita llevar más oxígeno a las células. Los sistemas digestivos y reproductivos no son necesarios, por lo que sus actividades se ralentizan. El inmunitario deja de prestar atención a la lucha contra invasores microscópicos como virus o células cancerosas y entra en un modo inflamatorio, lo que aumenta su producción de proteínas denominadas citocinas que ajustan este proceso.
Cuando la persona se da cuenta de que la amenaza pasó, el cuerpo comienza a reponerse: cambia a un estado de reparación, renovación y crecimiento a medida que la respuesta al estrés se neutraliza.
Según la médica, enfrentar situaciones de estrés no es de por sí riesgoso: "Si el estrés sube y después vuelve a bajar, ha completado nuestro ciclo. No hay desgaste natural ni daños". Incluso, admite, puede ser positivo: "De hecho, es probable que sea bueno para usted, porque genera una mayor resiliencia.
Si alguna vez superó un evento estresante, lo procesó completamente y completó el ciclo; entonces, en la siguiente experiencia similar que tenga pensará: 'Puedo'".
"Cuando una persona está bajo mucho estrés en repetidas veces,
la capacidad para volver al valor de referencia comienza a disminuir lentamente", advierte, y agrega que esto genera además ansiedad e hipervigilancia, haciendo que la persona esté cansada ante lo prolongado de la respuesta.
“Lo crítico es la falta de recuperación y no el factor estresante en sí. Después de un tiempo, es posible que quede adormecido y no muestre respuesta", enfatiza.
Cuando se detecta una amenaza, “la persona va a estar activando una parte de su cerebro, el sistema límbico, que va a dar señales al organismo diciendo 'prepárate, porque tendremos que luchar, que correr o congelarnos, hacer de cuenta como que no existimos', y ahí pasan dos cosas”, introduce. “La primera es que se activa una parte del sistema nervioso central, es el sistema nervioso simpático, lo que lleva a la liberación de adrenalina y noradrenalina. Eso se da de manera inmediata. En ese momento, se sienten las palpitaciones, aumenta la frecuencia cardíaca, hay un estado de hipervigilancia”, grafica. Y continúa: “Paralelamente, la hipófisis, que es una glándula en el cerebro, le dice a las glándulas suprarrenales que va a necesitar cortisol. Ahora bien, el cortisol no se libera de manera inmediata, se tiene que fabricar, y eso lleva unos 20 minutos e inunda el organismo".
Es por eso que, “si ocurre algo, si tenemos un shock inicial, en algunas personas puede ocurrir que media hora después sigan sintiendo los efectos.”
Esto es porque el cortisol muestra sus efectos en diferentes etapas. En la etapa inicial, de hecho es antiinflamatorio, porque de alguna manera enfría el organismo y ayuda en la respuesta, pero luego provoca una serie de efectos. “Entonces, por ejemplo, provoca la liberación de azúcar, de glucosa, porque vamos a necesitar energía. Esto tendrá efectos en el sistema cardiovascular, va a subir la presión arterial, la frecuencia y el gasto cardíaco. Y va a tener un efecto en otras hormonas, porque si hay cortisol circulando, las otras hormonas sufren una regulación hacia abajo: el cortisol es más importante y eso va a influir en el intestino y en todos los otros tipos de hormonas”, amplía.
Con el paso del tiempo, si tenemos demasiado cortisol circulando por nuestro sistema de una manera innecesaria, eso puede llevarnos a un estrés crónico que puede afectar la glucosa, y vamos a ser más propensos a desarrollar diabetes, indica.
“Nuestro corazón trabaja en exceso y puede provocar también inflamación de manera que nosotros sabemos que el cortisol desde el punto de vista del sistema inmunitario lo pone en un estado de lucha, y funciones como luchar contra las células cancerosas o la autoinmunidad o infecciones se dejan de lado", amplía.
Hablando específicamente de cáncer y la autoinmunidad, Debar indica que si el sistema inmunitario ha sido “apagado” por el cortisol, no tiene la capacidad de descansar, reparar y después crecer. “Entonces puede aumentar la tasa de cáncer: no es que el estrés sea una causa directa de cáncer, pero ciertamente genera una susceptibilidad."
Debar da claves para reconfigurar la relación con el estrés:
•Autocompasión. "Si la demanda supera sus recursos, sean buenos consigo mismos”, afirma.
•Priorizar. “Siéntense con lo que tienen: trabajo, eventos, plazos. Piensen cómo priorizar las cosas que dan la mejor recuperación. Y hasta fin de año, por ejemplo, piensen cómo comenzar a reducir las cosas que me agotan”, señala.
•Hacer cosas gratificantes. “Piénsense como un teléfono, que tiene una batería, es exactamente lo mismo. Saber qué es lo que me carga las baterías, y qué las agota”, apunta.
•Descanso. “Concéntrense en dormir, salir al sol, hablar con alguien que quieran ", indica. Y agrega: "Pueden solo concentrarse 30 segundos al despertarse y pensar en algo que les dé alegría”.
Además, la médica propone hacer foco en las cuestiones que podemos manejar. “Cada uno tiene que desarrollar una relación consigo mismo y empezar a conectarse con lo que pasa en su propio cuerpo”, afirma.w