EL VERDE ES PROTAGONISTA EN UNA VIVIENDA DEL CONURBANO BONAERENSE
Suburbana. En la Casa 8.12, del estudio de la arquitecta Marisol Fernández, priman la flexibilidad, la vegetación, la luz natural y la ventilación controladas.
En un barrio típico residencial de la Provincia de Buenos Aires, la Arq. Marisol Fernández generó una vivienda donde la flexibilidad, la vegetación, la luz natural y la ventilación controladas son los verdaderos protagonistas.
Aprovechando los beneficios de la naturaleza, economizando recursos y mejorando la calidad de vida de sus habitantes, esta casa aprovecha cada metro construido, desarrollándolos en dos plantas.
Una sumatoria de espacios verdes estratégicamente ubicados y constituidos como puntos articuladores, acompañan el recorrido del usuario de forma sutil y son una pieza clave para que la totalidad de los ambientes gocen de la ventilación natural cruzada, hermosas visuales, e ingreso de luz.
Al ingresar se percibe el primer gesto en la fachada de la vivienda, que se encuentra retirada de la línea municipal, generando un fuelle de vegetación entre los peatones que circulan por la acera y los vanos de planta baja. Dicho espacio se encuentra delimitado con una reja estratégicamente calada, que permite el ingreso de sol y viento, pero limita las visuales desde el exterior.
Atravesando una puerta completamente ciega se descubre un espacio amplio pero contenido, con un corazón verde repleto de plantas, el cual no solo une todos los niveles, sino que permite sutilmente descubrir el resto de los ambientes.
A lo lejos se percibe un fondo también con verde, al cual se ingresa a través del living, por una carpintería corrediza de ocho metros de largo que se abre en su totalidad.
Al llegar a la planta alta, vuelve a reconocerse el volumen de vegetación, pero esta vez está rodeado de patios abiertos, flores y ventanales estratégicamente localizados para disfrutar de las visuales sin perder la intimidad.
En la fachada se generó una “doble piel” con paneles solares corredizos acompañados por vegetación. La terraza sorprende con su pasto natural y sus visuales, además de estimular la biodiversidad, disminuir el efecto invernadero y contribuir al ahorro energético, mejorando la aislación térmica y acústica de la propiedad aportando mejoras a la salud de los usuarios que allí habiten.
“La vida es constante movimiento, cambia permanentemente, así como los usuarios, sus edades, la conformación de las familias y la modalidad de trabajar y apropiarse de los espacios. Es un gran desafío para los arquitectos de hoy, generar espacios que acompañen dichas tendencias y no espacios estancos o que se limiten a un solo uso a través del tiempo” considera la arquitecta Fernández.
A su vez, la profesional sostiene que el ritmo de vida actual y la problemática ambiental llevan a repensar en una arquitectura más consciente y amigable con el medio ambiente, generando entornos más sanos y con mayor aprovechamiento de los recursos naturales. «